Ceros y unos. Pensamiento binario. Parece ser que el pensamiento abstracto que genera y emplea en su desarrollo conceptos opuestos viene determinado por cuestiones biológicas más que metafísicas, y que la estructura del cerebro, dividido en dos hemisferios, es la causa de esta característica del pensamiento. Cuando pensamos, mantenemos una conversación silenciosa con nosotros mismos, es decir, le «damos vueltas» a un asunto, valorando sus pros y contras para que la decisión tomada sobre el mismo sea lo más exitosa posible y la consiguiente acción sea acertada y apunte hacia el progreso. Nuestros dos hemisferios colaboran, o deberían, para el beneficio y supervivencia de sus propietarios.
Una idea es capaz de convertirse en tesis y diana de una segunda idea opuesta que, brotando de la anterior, paradójicamente se vuelve antítesis y dardo de la primera. En el desarrollo urbano y arquitectónico de las ciudades, especialmente visible en Málaga de la cual me considero un seguidor acérrimo, conceptos que alimentan el pensamiento arquitectónico, como materia, densidad, escala, naturaleza o tecnología tienden a polarizar posturas y grupos de opinión ciudadana y política opuestas. Y así nuestros hemisferios sociales, a distintos niveles territoriales, entran en acaloradas dialécticas donde tesis y antítesis bailan y hacen piruetas en el mundo del logos, mientras esperamos esperanzados el nacimiento de una buena síntesis.
Se demoniza la construcción en altura cuando la compacidad disminuye sosteniblemente el consumo de suelo y recursos. El acuerdo de las torres de Repsol se encontró en la mitad de su altura, diluyendo la pretendida centralidad económica del proyecto. Cada vez que miramos al mar desde los Baños del Carmen esperamos la llegada de un acuerdo entre naturaleza y artificio, para su recuperación sin aplastamiento mutuo o muerte por inanición. El contraste de escalas es un recurso histórico que hoy día rehúye una normativa que valida lo homogéneo. Los avances tecnológicos de la construcción son aplicables en centros históricos si son invisibles, y preservan como un decorado, el escenario del pasado. Surgen también opiniones opuestas con el Guadalmedina, entre el abovedado y el parque fluvial. Con el PGOU directamente cruzamos los dedos. Nos encontramos aquí: en el pensamiento binario y el deseo intenso de acciones sintéticas.
 
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