En algún momento del dialogo que mantienen Sócrates y Fedro en la obra de Paul Valery, Eupalinos, o el arquitecto, Sócrates reflexiona sobre el extraño proceso que lo llevó a ser el Sócrates-Filósofo que fue, descartando por el camino la infinidad de oficios y personalidades posibles que a lo largo de su vida podía haber desarrollado. Y es que resulta condición ineludible del ciudadano, como componente de una ciudad, su definición y especialización profesional para su integración en ella.
Tiene la ciudad, un tiempo trenzado con los tiempos de sus sucesivos moradores; lo que le otorga cierta condición de inmortalidad. Solo tienen que preocuparse las ciudades que pierden habitantes. Heredamos la ciudad de quienes la vivieron y la dejaremos en herencia después de vivirla. Y de alguna manera, como en nuestra herencia genética y las cadenas de ADN que determinan nuestros rasgos, las características de una ciudad se transmiten a la siguiente generación con mutaciones. Las variaciones de una ciudad en el transcurso de una generación son muestras de vitalidad, al seguir directrices naturales.Málaga ha desarrollado distintos oficios a lo largo de su historia. Fue mercader con los fenicios, comerciantes de plata y cobre, y explotadores de ricas pesquerías. Esta primera especialización espacial, vino determinada por las cualidades naturales del lugar. Con los bizantinos y el desarrollo del puerto se acentuaron. La ciudad musulmana nos dio a partir del siglo VII una Málaga agricultora. El siglo XVI la volvió artesana, de cuyos gremios organizados nos quedan muchas calles. El XVII la transformó en militar, para recuperar con el XIX sus orígenes de comerciante. Nos encontramos en el siglo XXI, una Málaga heredera de las mutaciones urbanas iniciadas en el siglo XX con el desarrollo del fenómeno turístico.Málaga especializa su espacio para el turismo, y ofrece mar e historia. Playa y Centro Histórico aderezado con actividades culturales, temporales y permanentes, en aumento. Tal vez junto a la gestión del pasado y la vuelta a las virtudes del lugar como su principal riqueza, sea posible un barrio del futuro, concebido desde la vanguardia tecnológica y artística, para exponerse no en museos, sino como parte integrante de la ciudad misma, una vez más.
artículo publicado en La Opinión de Málaga
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