jueves, 4 de agosto de 2011

MASA CRÍTICA




La tendencia a agruparse no es exclusiva de los individuos de nuestra especie; más bien es una instrucción que existe de serie en la materia. La gravedad, una de las cuatro fuerzas fundamentales y factor indispensable a considerar cuando hablamos de arquitectura, parece ser la causa primera desde la que evoluciona esta tradicional querencia. Esta afección a la juntura, que en la materia inanimada, y superada cierta masa crítica determina la formación de estrellas; entre las distintas especies animales propicia la formación de manadas, pequeñas comunidades, poblados, ciudades o megalópolis.

Parece ser que también los fenómenos vivientes participan de esta condición de masa crítica, superada la cual, la realidad muta y se convierte en otra cosa. Las ciudades tienen diferentes denominaciones y características según, principalmente, el número de habitantes. Las mejores para vivir no son ni las muy grandes, ni las muy pequeñas. Las últimas por no disponer de suficiente población para detonar el proceso del progreso y la multiplicación de actividades a disposición del desarrollo de sus habitantes, las primeras por superar la población necesaria y transformarse en un organismo alimentado por sus sacrificados habitantes, que sin ser muy conscientes de ello viven en cierta manera en un marco existencial desfavorable.

Si el concepto de masa crítica lo llevamos a las actividades de una ciudad, nos encontramos con que es necesario cuidar la capacidad física de un lugar. La plasticidad de un tejido urbano es limitada; más cuando se trata de un espacio histórico fuertemente definido. El estilo de una ciudad turística, con el sector servicios protagonista, favorece la compactación del calendario, con eventos estacionales temáticos –próximamente mensuales o semanales– con el deseo de atraer más gente, mientras se siga dentro del rendimiento creciente. Es su naturaleza. La masiva Feria de Málaga rebasó hace tiempo el concepto original de feria para convertirse en un fenómeno de ecología urbana, que pone a prueba con flujos concentrados de multitudes y energía el ecosistema de la ciudad y la elasticidad de su tejido. Tal vez, superada una segunda masa crítica, igual que explotan las supernovas, puedan macroactividades como la feria atomizarse temáticamente, distribuyendo entre distintas áreas de la ciudad la repercusión de su existencia.


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