Hace unos días escuchaba versiones de los Beatles que realizaron en los ochenta la banda The Smithereens. En Thankyou girl aun cambiando el original, la calidad lograda es altísima y consiguen no ser simples imitadores o intérpretes del original, al incorporar su variación en la melodía. No son sólo una voz distinta, son también un pensamiento nuevo. Hay canciones y melodías que se convierten en cánones musicales de igual modo que hay edificios que tienden a convertirse en referentes cuyo estudio origina arquitecturas homogéneas.
Málaga no es el caso; es una ciudad que carece de un canon arquitectónico predominante, o dicho en positivo: tiene tantos cánones como siglos corren por sus calles. El Centro Histórico es un ejemplo de dicha falta de homogeneidad, aunque desde los distintos planes urbanísticos se intente igualar el tejido urbano de «la Medina» con directrices que buscan la imitación de unas características edificatorias catalogadas, por su mera inclusión en la norma legal, de ejemplares. Se fuerza y se valora demasiado la homogeneidad en la ciudad histórica cuando su realidad no es esa. Más de la mitad de los edificios que forman el Centro Histórico corresponden al siglo XIX y no imitaron el estilo barroco de la ciudad sobre la que se construyeron; son edificios eclécticos, unos neoclásicos y otros historicistas. El siglo XX trajo en su primera mitad edificios modernistas, muestras de Art Nouveau y Art Decó y algunos ejemplos contemporáneos brutalistas y minimalistas en la segunda.
Walt Whitman no vio en lo heterogéneo un signo de incongruencia o contradicción, sino la riqueza de ser capaz de abarcar realidades múltiples. Querer fijar o establecer determinados rasgos arquitectónicos históricos como pautas a seguir por las nuevas edificaciones con el objeto de no modificar la imagen idealizada de una herencia, principalmente decimonónica, es un reduccionismo que nos aleja de la realidad mestiza y heterogénea que caracteriza a la ciudad de Málaga. Una ciudad no debe pararse en el estilo que mayor gloria le dio, haciendo copias imposibles siglos después, sino que debe seguir sumando ejemplos de los tiempos por los que pasa. La sintonía no está en la copia de la melodía. Es una tradición histórica en riesgo de extinción.
Málaga no es el caso; es una ciudad que carece de un canon arquitectónico predominante, o dicho en positivo: tiene tantos cánones como siglos corren por sus calles. El Centro Histórico es un ejemplo de dicha falta de homogeneidad, aunque desde los distintos planes urbanísticos se intente igualar el tejido urbano de «la Medina» con directrices que buscan la imitación de unas características edificatorias catalogadas, por su mera inclusión en la norma legal, de ejemplares. Se fuerza y se valora demasiado la homogeneidad en la ciudad histórica cuando su realidad no es esa. Más de la mitad de los edificios que forman el Centro Histórico corresponden al siglo XIX y no imitaron el estilo barroco de la ciudad sobre la que se construyeron; son edificios eclécticos, unos neoclásicos y otros historicistas. El siglo XX trajo en su primera mitad edificios modernistas, muestras de Art Nouveau y Art Decó y algunos ejemplos contemporáneos brutalistas y minimalistas en la segunda.
Walt Whitman no vio en lo heterogéneo un signo de incongruencia o contradicción, sino la riqueza de ser capaz de abarcar realidades múltiples. Querer fijar o establecer determinados rasgos arquitectónicos históricos como pautas a seguir por las nuevas edificaciones con el objeto de no modificar la imagen idealizada de una herencia, principalmente decimonónica, es un reduccionismo que nos aleja de la realidad mestiza y heterogénea que caracteriza a la ciudad de Málaga. Una ciudad no debe pararse en el estilo que mayor gloria le dio, haciendo copias imposibles siglos después, sino que debe seguir sumando ejemplos de los tiempos por los que pasa. La sintonía no está en la copia de la melodía. Es una tradición histórica en riesgo de extinción.
Artículo publicado en La Opinión de Málaga
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