miércoles, 12 de octubre de 2011

LA CABAÑA VACÍA



Todas las edades de la humanidad, desde la edad de piedra hasta la era de la hipertecnología coexisten. Los tiempos que configuran la historia del hombre son acumulativos. Las distintas sociedades siempre han resuelto las mismas necesidades: el fuego de un hogar, el cuidado de la salud, y la transmisión de los conocimientos acumulados de vidas experimentadas. Las sociedades primitivas tienen en la precariedad de sus medios para enfrentarse a enfermedades o accidentes su mayor debilidad; los conocimientos útiles los transmiten de una generación a la siguiente, y el cobijo está garantizado mediante la construcción de la nueva cabaña. No hay cabañas vacías, ni necesidad de cabañas.

Evidentemente estamos en otro punto del mapa. Nuestra sociedad ofrece también un sistema público de educación, y mejora con creces el cuidado de nuestra salud con un sistema sanitario para todos. Nos falta la solvencia de las sociedades primitivas solucionando el problema de la vivienda. No parece lógico que se transforme en negocio aquellas realidades necesarias para el desarrollo digno del individuo. Una ciudad es, debe ser, un lugar privilegiado para vivir, un lugar más seguro, mejor, con la cultura al alcance de la libertad de todos, con los cuidados de cada cual garantizados por el mero hecho de pertenecer a su comunidad, y por supuesto, un lugar en el que sea posible disponer de un hogar cuando el despliegue de una vida lo necesite. La vivienda accesible es la asignatura pendiente y su carencia posterga a un estado de postadolescencia a más de una generación.

Vivimos en un suelo que no es de todos, no es patrimonio de la humanidad, sino propiedad de sus dueños. Los mensajes de las actuales tendencias urbanas son de compacidad con el consiguiente incremento de densidad edificatoria. Simultáneamente, planeamientos urbanísticos, PGOU de Málaga incluido, trazan líneas de esponjamiento del tejido histórico y homogeneizan la edificación en baja altura. Mensajes contradictorios. Somos más, la sostenibilidad aconseja vivir más juntos y la normativa obliga a separarnos. Mientras, ciudades llenas de cabañas vacías no consiguen cobijar a todos. Un problema complejo atrapado entre la normativa urbanística, el negocio inmobiliario y los préstamos hipotecarios. En algún momento habrá que ponerse de acuerdo. Pronto.

Artículo publicado en La Opinión de Málaga

No hay comentarios:

Publicar un comentario