jueves, 10 de noviembre de 2011

URBANISMO DEL OESTE




De los once distritos que gestionan la ciudad de Málaga, el número siete corresponde a la Carretera de Cádiz. Los nombres siempre encierran grandes verdades, aunque el uso cotidiano amortigüe y diluya en gran medida la intensidad de los significados originales. 

La Carretera de Cádiz está envuelta de barrios reciclados del tejido industrial del siglo XIX y de las viviendas de trabajadores que se concentraban en torno a las fábricas. El resultado de estas viviendas junto a la carretera es la amalgama de barriadas más densa de Málaga en términos urbanísticos, es decir, la que tiene una mayor proporción de metros cuadrados construidos en relación a las superficies de plazas, calles, y zonas verdes. Como consecuencia, su densidad de población, con más de 20.000 habitantes por kilómetro cuadrado, se convierte en la mayor de Málaga, muy superior a los 600 habitantes del distrito Este o incluso al ejemplo de compacidad que supone el Centro Histórico, que no supera los 15.000.

Este desequilibrio se ha mitigado en la zona sur del distrito, con la creación, en los últimos diez años, de parques públicos que han corregido parcialmente la dureza de planteamientos sin urbanismo, que buscaron el máximo rendimiento edificatorio. Junto a estas medidas de regeneración del distrito del «far-west», comienza ahora la recuperación del área del soterramiento de las vías del AVE y el Cercanías. La mejora de la calidad urbana de sus habitantes depende mucho de esta intervención.

La distribución y reparto de estos espacios ha de realizarse con generosidad hacia el peatón, frenando cierta inercia por repetir o realizar lo ya existente con materiales más nobles. El alcance de la renovación de un espacio público radica principalmente en la mejora de su concepción urbanística; los materiales vienen después. Los desdoblamientos de la nacional 340 con la Autovía del Mediterráneo, la Hiperronda o el Paseo Marítimo, y el consiguiente desvío del tráfico, permiten nuevas concepciones urbanas en las que los vecinos de las barriadas sean los principales usuarios. Brahms decía que la dificultad de componer buena música estaba en saber intercalar los silencios. También sucede con el buen urbanismo, donde lo difícil consiste en situar acertadamente los vacíos de edificación y tráfico.


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