jueves, 8 de diciembre de 2011

3, 2, 1… Puerto

Hay frases que uno escucha y que sin saber por qué se convierten en recuerdos recurrentes que se fijan a sí mismos cuanto más se recuerdan, como si repasásemos una y otra vez el trazo de un pensamiento. En negrita. Cuando pienso sobre el puerto de Málaga y el ruido que se ha generado sobre él, regresa una de esas frases, que escuché a mi querido profesor de proyectos: «La realidad es la que es, no la que creemos que es». Así es el puerto: el que es, no el que creemos que es. Y así está bien.

El puerto es una realidad urbana tan compleja que no se puede hacer de él una valoración apoyada en las historias de su tramitación, agotadora tras casi treinta años desde que en 1983 el PGOU de Málaga lo considerase Sistema General. El acuerdo de 2004, entre Ayuntamiento y Autoridad Portuaria, para la integración en la ciudad de los Muelles Uno y Dos, fue vital para que la concurrencia de competencias en este espacio estratégico, no generase vectores de acción opuesta que sumasen cero. Tampoco sería ajustado hacer una evaluación sobre juicios arquitectónicos. La posibilidad de deslizar el plano superior del Paseo de la Farola sobre el Muelle Uno permite incorporar superficies comerciales sin casi presencia arquitectónica, dejándole al Muelle Dos y a su arquitectura de vidrio, las funciones representativas de la intervención. Tal vez, la valoración que se precise de la intervención portuaria sea, a diferencia de otros proyectos, prioritariamente social y económica.

De alguna manera el puerto de Málaga es un proyecto que muestra las alfombras rojas y arenas movedizas de toda ciudad, y como los koans de los maestros zen, su realización es en sí una gran pregunta, que nos lleva a seguir pensando sobre la naturaleza de Málaga y sus progresos. El puerto cada vez es más ciudad. La prueba de su integración está en la aceptación generada desde que se abrió al público el Muelle Dos, y su evidente consolidación con la reciente apertura del Muelle Uno. Todo puede ser de muchas maneras, hasta que es sólo de una. Ahora toca alegrarnos y vivir lo mejor posible el espacio recién llegado.
 

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