En recuerdo de Ricardo Legorreta
La cantidad y la calidad están conectadas en relación inversamente proporcional: cuanto más crece una de ellas más disminuye la otra. Y si esto no ocurre estamos sin duda ante una obra maestra, sea de la disciplina que sea. En un extenso libro de historia es difícil que se mantenga la calidad literaria y los niveles de excelencia en la redacción.
A medida que se reduce el número de páginas del escrito, se espera de él una mayor fineza: la novela, la novela corta, el cuento, o el relato breve, como los de Kawabata, «que entran en la palma de una mano». Un poema tiene aún menos palabras, pero la forma de su aparejo, el modo en que se influyen, y los significados que son capaces de arremolinar en torno a ellas, convierten la poesía en la máxima destilación literaria.
Mies Van der Rohe, arquitecto alemán del siglo pasado que enseñó cómo tenían que ser los rascacielos, se movía en este sentido, dentro del territorio del poema arquitectónico, y su máxima «menos es más» describía su arquitectura y su esfuerzo por eliminar de sus obras todo aquello que fuese superfluo e innecesario.
Esta actitud de proyectar y construir con exactitud, que cuando hay dinero cuesta tiempo, se vuelve imprescindible cuando es principalmente tiempo lo que hay. La Arquitectura no está en la cantidad de metros construidos, ni de euros de presupuesto. La mayoría de los ejemplos arquetípicos de la historia de la arquitectura contemporánea son viviendas unifamiliares donde, como en un poema, el arquitecto pudo modelar el espacio llenándolo de matices.
Ricardo Legorreta, arquitecto mexicano de quien tuve la suerte de ser alumno y amigo, hablaba de la importancia de «querer» los materiales, de entretenerse en ellos, de descubrir sus posibilidades y conseguir gracias a este conocimiento, que vibraran en la construcción, y que se volviesen Arquitectura. La mejor arquitectura no necesita de los mayores presupuestos. Sin apenas palabras un poema puede seguir destilando significados en el tiempo.
En la Arquitectura la reducción de recursos obliga a todos: arquitectos, constructores, promotores, políticos y administradores a dar más por menos, y a conseguir que lo menos se vuelva más. Y sumar, y seguir.
Artículo publicado en La Opinión de Málaga
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