jueves, 11 de octubre de 2012

PARTÍCULAS EN SUSPENSIÓN





El principal material de la arquitectura es la luz. La calidad de un espacio arquitectónico depende principalmente del modo en que la luz recorre el vacío y lo anima, variando durante el curso del día y el paso de las estaciones. Grandes superficies comerciales no consiguen emocionar como pequeñas capillas románicas. La masividad de la construcción románica con pequeñas aberturas en la envolvente de piedra lograba, a base de oscuridad, desvelar la naturaleza de la luz y el aire que dibujaba a su paso. Muchas veces una realidad desvela su opuesta.

La carencia actual de medios está resultando tan reveladora como la oscuridad de una basílica románica. Sin medios económicos destacan tanto las iniciativas más creativas como las carencias de creatividad incapaces de ocultarse en las inversiones cegadoras de hace unos años. Se hacen evidentes, más que nunca, el buen criterio o su carencia en la gestión de la escasez. En un centro histórico, la gestión de los espacios públicos, su cesión para actividades, discerniendo cuales son apropiadas y cuales no, según la identidad de un lugar se convierte en un indicador claro de lo anterior.

El alquiler de ciudad, es decir, la cesión de modo gratuito o previo pago de espacios públicos para el desarrollo de actividades privadas más o menos multitudinarias, es una práctica administrativa habitual. Cuanto más significado es el espacio, más se exige de las actividades que lo ocupan. Las actividades de Semana Santa tienen carta blanca, en la medida de su riqueza artista, turística y religiosa (enorme en la plaza de la Constitución). Se puede entender. En cambio no hay explicación inteligible, salvo el miedo al vacío, para la «okupación» habitual del espacio de calle Alcazabilla desde el que Málaga muestra –cuando puede– su mejor perfil. El Teatro Romano y la Alcazaba dicen con mayúsculas qué fue Málaga en épocas romana y musulmana; por ello, su ocultación por usos marginales: castillos inflables, casetas de donuts durante el festival del cine, o la actual cadena de jaimas donde comprar bolsos, relojes y pulseras es algo surrealista, inimaginable en ciudades que valoran su patrimonio arquitectónico e histórico. Cuanto mayor es la oscuridad, más se revela la luz. Y viceversa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario