El principal material de
la arquitectura es la luz. La calidad de un espacio arquitectónico depende
principalmente del modo en que la luz recorre el vacío y lo anima, variando
durante el curso del día y el paso de las estaciones. Grandes superficies
comerciales no consiguen emocionar como pequeñas capillas románicas. La
masividad de la construcción románica con pequeñas aberturas en la envolvente
de piedra lograba, a base de oscuridad, desvelar la naturaleza de la luz y el
aire que dibujaba a su paso. Muchas veces una realidad desvela su opuesta.
La carencia actual de
medios está resultando tan reveladora como la oscuridad de una basílica
románica. Sin medios económicos destacan tanto las iniciativas más creativas
como las carencias de creatividad incapaces de ocultarse en las inversiones
cegadoras de hace unos años. Se hacen evidentes, más que nunca, el buen
criterio o su carencia en la gestión de la escasez. En un centro histórico, la
gestión de los espacios públicos, su cesión para actividades, discerniendo
cuales son apropiadas y cuales no, según la identidad de un lugar se convierte
en un indicador claro de lo anterior.
El alquiler de ciudad,
es decir, la cesión de modo gratuito o previo pago de espacios públicos para el
desarrollo de actividades privadas más o menos multitudinarias, es una práctica
administrativa habitual. Cuanto más significado es el espacio, más se exige de
las actividades que lo ocupan. Las actividades de Semana Santa tienen carta
blanca, en la medida de su riqueza artista, turística y religiosa (enorme en la
plaza de la Constitución ).
Se puede entender. En cambio no hay explicación inteligible, salvo el miedo al
vacío, para la «okupación» habitual del espacio de calle Alcazabilla desde el
que Málaga muestra –cuando puede– su mejor perfil. El Teatro Romano y la Alcazaba dicen con
mayúsculas qué fue Málaga en épocas romana y musulmana; por ello, su ocultación
por usos marginales: castillos inflables, casetas de donuts durante el festival
del cine, o la actual cadena de jaimas donde comprar bolsos, relojes y pulseras
es algo surrealista, inimaginable en ciudades que valoran su patrimonio
arquitectónico e histórico. Cuanto mayor es la oscuridad, más se revela la luz.
Y viceversa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario