El nomadismo se superó gracias al cultivo de alimentos, junto a los cuales nuestra especie echó raíces. El sedentarismo trajo consigo cierta seguridad frente a la incertidumbre del movimiento continuo y sobre todo cierta autonomía sobre el medio natural. Estas congregaciones primeras dieron lugar, según su protagonismo en la Historia, a ciudades de distinto rango. Hoy todas ellas rivalizan en alguna medida por mostrarse al mundo de manera atractiva, para convertirse en destino deseable de posibles visitantes.
Con la consolidación a finales del siglo XVIII del "Grand Tour", bajo cuyo nombre se conocían los viajes que hacían por la Europa Continental los personajes más acomodados de Inglaterra, surgiría el "Tourism". De él derivaría el actual Turismo, que de ser una actividad de minorías, acabaría convirtiéndose finalmente en un fenómeno de masas. Este nuevo nomadismo, no por necesidad sino por ocio, propio de finales del siglo XX y principios del XXI ocupa el tiempo libre, calificado por lo general como tiempo de ocio. Las ciudades protagonistas en la Historia: Roma, Atenas, París, Madrid…tienen un campo gravitatorio poderoso, vinculado de forma natural al rico patrimonio cultural, que solo la suma de tiempos sobresalientes es capaz de generar y consolidar.
Muchas otras ciudades buscan, Málaga entre ellas, una posición favorable dentro del amplísimo abanico de ofertas de ocio existentes. Algunas de estas ofertas son capaces de crear enormes complejos y hasta ciudades exclusivas para el entretenimiento, que se dan atracones continuos de visitantes. Una ciudad que surge del nomadismo lúdico es en sí algo extraño, una paradoja urbanística, un concepto aparentemente contradictorio en sí mismo. En ellas no existen habitantes reales, sino procesiones de visitantes que descansan de la realidad misma.
La Feria de Málaga, cuyo crecimiento parece continuo, se ha convertido con el tiempo, y durante nueve días al año, en una ciudad de la diversión, anexa a Málaga, para recuperar su triste y desaprovechada condición de espacio vacío, durante el resto del año. Superada cierta dimensión y escala, las "atracciones" se convierten en extrañas ciudades efímeras, que rivalizan con su ciudad anfitriona; en una hiperactividad demasiado concentrada. Turismo dentro de sí, en capitales turísticas capaces de generar hasta ciudades exclusivas del tiempo libre.
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