viernes, 13 de julio de 2012

REFLEXIONES FLUVIALES



Las ideas aportadas al concurso del Guadalmedina no dejan lugar a dudas, y coinciden en proponer la recuperación, en mayor o menor grado, de la identidad paisajística perdida que el río tuvo en la ciudad, como solución a la frontera urbana que supone el actual cauce tapiado. Frente a planteamientos más urbanizados con tramos embovedados, las propuestas presentadas defienden un parque fluvial con distintos acentos arquitectónicos según las zonas por las que discurre, y un acuerdo bastante unánime por soterrar vías de tráfico que alivien el uso ciudadano de los barrios en su superficie.

A pesar del enorme paso al frente que suponen estas ideas, sorprende la escasa participación en un concurso generosamente dotado de premios y con un objetivo de gran interés arquitectónico y urbano. Esta circunstancia extraña, ha impedido que la invitación internacional que hizo Málaga encontrara una respuesta más amplia, configurándose su participación con equipos principalmente locales. Aun cuando Málaga es una ciudad muy autónoma, capaz de resolver internamente lo que sea, es evidente que las acciones que buscan solucionar el Problema-Guadalmedina tras 500 años de deriva al margen del crecimiento urbano de la ciudad, precisan de una financiación más poderosa y solvente -ya sea del Gobierno central o de un extraordinario mecenazgo- que aglutine a la administración local y la sociedad civil implicada, en un acuerdo continuado de largo plazo, que revitalice urbana y económicamente el cuadro actual.

Sin duda los grandes proyectos retratan la comunidad que los emprende, porque reflejan el alcance de sus capacidades, y su madurez y generosidad por encima de sectarismos de salón o clubes ideológicos. Con este concurso Málaga ha dejado de mirar hacia otro lado cuando cruza el río y ha sido capaz, con la propuesta ganadora del equipo dirigido por el arquitecto José Seguí y con las de otros participantes, de aportar ideas valiosas que muestran otra ciudad posible. Más allá de meros ejercicios de reflexión, estas ideas deberían alimentar la redacción de un Plan Especial del Guadalmedina que regulase y dirigiese las acciones futuras de su rehabilitación. Resucitar la atmósfera perdida de un río y la fuerza de su naturaleza original puede convertirse en una bonita aventura capaz de ilusionar a una ciudad entera durante mucho tiempo.

Artículo publicado en La Opinión de Málaga

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