miércoles, 12 de enero de 2011

ABEJAS SIN COLMENA

Vivir en una ciudad tendría que resultar tan natural y fácil para sus ciudadanos como lo es para una especie animal vivir en su hábitat. A un pingüino se le supone feliz viviendo en el Polo Norte, riesgos predatorios aparte, asumidos por la especialización al medio de su evolución natural. Hasta cierto punto podemos decir que existe una relación simbiótica no solo entre animales sino entre un lugar y sus habitantes en una adaptación de éstos con aquél.

Decía Ortega en sus Meditaciones sobre la Técnica que el hombre era la única especie que por su fragilidad, necesitaba y conseguía gracias a su inteligencia, transformar la Naturaleza para adaptarla a sí mismo. El hombre humaniza el medio natural ante su precaria «dotación de serie». Sorprende que nuestra fragilidad como especie haya determinado a la larga, y de momento, nuestra supremacía animal. Y así, la ciudad, principal obra de nuestra especie, es teóricamente el lugar en el que mejor se vive, ya que se construye o debería construir siguiendo los dictámenes de nuestras necesidades de protección, de relación, de crecimiento cultural y de desarrollo personal y profesional. 

El siglo XXI estrenó milenio eufórico, y trajo consigo un breve Shangri-La urbano, con una «cara B» en la segunda década. Las ciudades se encuentran en alta mar con la necesidad de fijar «nuevos rumbos» como señalan las reflexiones del II Plan Estratégico de Málaga para el 2020. Nada tan ilusionante, ni tan necesario, como imaginar un futuro mejor. Hay que mirar al futuro para marcar un rumbo, pero sin o­­­­lvidar las necesidades presentes de su tripulación. Una de las más acuciantes en Málaga sigue siendo la vivienda. Sin ella una ciudad se vuelve difícil, y se convierte en un hábitat que ralentiza los progresos de las vidas de sus ciudadanos, que no saben cómo adaptarse. La medida en que los gobiernos locales sepan consolidar acciones a corto plazo y favorecer inversiones privadas que promuevan viviendas asequibles mostrará la capacidad de una ciudad para solucionar necesidades primarias de sus ciudadanos. No olvidemos que la vivienda es la célula de la ciudad; su primera razón de ser y la principal necesidad de quien decide vivir en ella. 

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