jueves, 16 de junio de 2011

LANGARITA Y NAVARRO

Hay miradas que ven, en el espacio que habitamos, lo que muchos, y que de alguna manera, gracias a la coincidencia en número y parecer tienden a convertir dicha forma de «ver las cosas» en regla de lo real. Junto a ellas, hay miradas capaces de ver, al microscopio de curiosidades dispersas, realidades germinales, potencias de lo real, que empiezan a existir desde el momento que alguien es capaz de pensarlas. En La casa vivida, el filósofo Koji Taki diferencia el espacio existencial que conforma las experiencias de las vidas de los seres humanos del espacio construido por un arquitecto.

Invitados por el Colegio de Arquitectos de Málaga, a las II Jornadas de Arquitectura FYM organizadas junto al Grupo Italcementi, María Langarita y Víctor Navarro logran con su arquitectura reducir aquellas distancias entre los espacios existenciales, casuales y azarosos y los arquitectónicos, más preconcebidos y dirigidos. Sus trabajos parecen querer contener la naturaleza del cambio como rasgo principal de nuestra sociedad y nuestros tiempos. Así ocurre en la fragmentaria casa Fx o el Restaurante de Carreteras en Zaragoza, donde los programa funcionales más que cristalizar en una síntesis concreta de usos, se ramifican diversificando las opciones de uso y la naturaleza de lo construido. Su obra más conocida, la LED Action Façade en Madrid, es quizás un ejemplo paradigmático de lo anterior, donde compatibilizan multiplicidad de usos sin renunciar a las lecturas de la realidad consolidada y germinal. Lo construido como fenómeno, más que como objeto, en donde el espacio vivido, «flexible, capaz de constituirse en escenario de casi cualquier tipo de actividad» prevalece sobre el espacio puramente visual.

Y así, gracias a esta arquitectura de límites difusos, de programas funcionales abiertos y unos modos de proyectación mestizos, académicamente heterodoxos, y con veneros subterráneos de muchas otras disciplinas: cine, biología, matemáticas…entrevemos la deriva de la profesión y la urgente necesidad de reinventar la condición profesional de los arquitectos. Decía Toyo Ito que, en la actual sociedad flotante, la arquitectura ha de esforzarse por hacer posible rasgos especiales del lugar. Esto creo que sucede en el trabajo de María y Víctor, capaces de ver y cuidar posibilidades del lugar inusuales, extrañas y valiosas.


 artículo publicado en La Opinión de Málaga

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