viernes, 5 de abril de 2013

IDENTIDAD PROPIA



Decía el pensador rumano Émile Cioran que cuando nuestra especie alcanzó la consciencia empezó a cargar con el deseo de reconocimiento. La obtención de reconocimiento, ya sea individual o colectivo no es un simple deseo narcisista, sino la confirmación de unas acciones bien hechas y un tiempo bien invertido. Hasta cierto punto la gratificación anímica que otorga cualquier tipo de reconocimiento es muestra de utilidad y trascendencia, nuevamente individual o colectiva.
Cada ciudad elige cómo mostrar su mejor perfil y con dicha elección empieza a fijar su identidad al definirse con los rasgos que van implícitos en la arquitectura con la que se muestra a los demás: Roma muestra su monumental orgullo histórico con el Coliseo, París y toda Francia se representan con la Torre Eiffel, la construcción más alta del mundo hasta que Nueva York alzó el rascacielos Chrysler en los treinta. Ambos casos muestran el orgullo por unas sobresalientes capacidades técnicas. Londres se enorgullece de su orden y gobierno, expresado en el Big Ben, Torre del Reloj del Parlamento de Westminster. Sevilla con la cristianización del alminar de la antigua mezquita reinstauró una Fe. Bilbao se enorgullece de su modernidad con el Guggenheim... Todas las ciudades muestran a través de sus iconos urbanos el alcance de sus capacidades y el depósito de sus identidades.
Málaga es una ciudad que no se muestra a través de un edificio, y eso en sí ya es una singularidad. Málaga se enseña a sí misma con sus espacios públicos: principalmente Alameda y Calle Larios. Quizás más por esta última, al ser más recientes los méritos de su realización a finales del siglo XIX, y conservarse mejor gracias a las obras de rehabilitación y peatonalización que hace once años acometiese el Ayuntamiento de Málaga con la ayuda de los Fondos Europeos. Este mostrarse urbano desde el espacio público y no desde edificios es un rasgo muy especial de comunidad, que pone en la manifestación concreta del ciudadano mismo el rasgo principal de su identidad. Identidad viene de idéntico, de lo igual a sí mismo, como calle Larios, capaz de mantenerse como brújula en la memoria de la mejor versión de una ciudad y su ciudadanía.

Artículo publicado en La Opinión de Málaga

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